"La ciencia está muy avanzada, pero estoy toreando gracias a la humanidad y la entrega de los médicos. Mi mujer es una persona que me sorprende cada mañana. Me ha apoyado en todas las decisiones y siento una gran admiración hacia ella. La vida me sorprendió en un momento dado y me dió una lección. He asumido el percance de Zaragoza sin guardarle ningún rencor a mi profesión. Mi principal reto era vestirme de torero, aunque no sabía cómo iba a responder a las distintas operaciones. Milagrosamente siento una seguridad enorme en la plaza y percibo la distancia y la profundidad pese a mi falta de visión.
He recibido muchas muestras de cariño, dos recuerdo especialmente: Cuando Feliciano López escribió en la cámara de televisión, fuerza Padilla, y que me lo hizo llegar desde Shanghai; y cuando en la plaza de Pamplona vi hondear la bandera pirata en los tendidos y la entrega de la gente, ya había triunfado por la puerta grande.
La mejor manera de devolver todo el cariño que he recibido es toreando y superándome cada día.