Presentación

Este Simposio, promovido por la F. Catalina Mir, nació en Jaén con la Canonización de san Josemaría (2002).

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Exposición de don Álvaro

El primer acto del Simposio fue la inauguración de la exposición sobre el beato Álvaro. Corrió a cargo de D. Javier Palos, Vicario del Opus Dei para la Circunscripción de Andalucía Oriental, con sede en Granada.

El Señor dotó al beato Álvaro de innumerables cualidades. Fue un buen estudiante, un buen profesional, un buen sacerdote y un buen obispo, como queda atestiguado en los numerosos documentos usados en la confección de sus biografías. De un modo más coloquial lo refleja un artículo que escribió recientemente Juan Miguel Arrieta, Alcalde de Pamplona desde febrero 1964 hasta enero 1967. Cuenta éste alcalde, que asistía a un encuentro de san Josemaría con las autoridades locales de Navarra y las de la Universidad. Y añade: “Por cortesía inicié la conversación con un sacerdote que se encontraba a mi lado. Hablamos del trazado de la autovía del Cantábrico al Mediterráneo, que como interesado conocía muy bien; también tratamos de Derecho Foral, dónde yo era especialista; y del Concilio Vaticano II, que había seguido con particular interés. Me sorprendieron tanto sus intervenciones en estos tres campos que, admirado, le pregunté quién era, a lo que él respondió con toda sencillez, con su nombre y su cargo de Secretario General del Opus Dei. Entonces me hice un juicio personal, que ahora mantengo con mayor énfasis: un hombre con una intensa vida interior, vasta cultura, dado al estudio, de naturaleza pensante y reservada, que eludiendo todo protagonismo era ya entonces partícipe necesario en las grandes decisiones de la Obra”.
Siendo el beato Álvaro una personalidad muy destacada en la vida de la Iglesia, para entender al completo su misión y su santidad, es necesario hacer referencia a san Josemaría, porque la principal función a la que se dedicó fue la secundar a un santo haciéndose santo. Por eso, cuando hablamos de D. Álvaro, enseguida añadimos que fue el sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei, u otra fórmula parecida. Ese hacerse santo, de acuerdo con el espíritu del Opus Dei, le presenta, a su vez, como el complemento del Fundador, apareciendo como la obra acabada, como el modelo a seguir que el Padre ofrecía a todos sus hijos.
Tras estas consideraciones adquiere un mayor sentido la presencia de la exposición del beato Álvaro en este VII Simposio de san Josemaría. No hablamos solamente de la reciente beatificación, que por supuesto la hemos tenido en cuenta, hablamos fundamentalmente de la íntima unión que vivieron estos dos santos, para llevar a cabo la voluntad de Dios, de hacer divinos todos los caminos de la tierra, haciendo así asequible la santidad a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Era algo querido por Dios, que fue realizado acabadamente, no sólo en sus personas, sino en otras muchas en todo el mundo, que como los aquí presentes, entienden que pueden agradar a Dios con su correcto comportamiento en la vida ordinaria.
Estos paneles que tenemos a la vista, pretenden ofrecer una síntesis biográfica y de su trabajo a favor de los demás, porque los beneficios que genera a la sociedad la vida de los santos son innumerable.  Sabemos que desde muy joven tuvo preocupación por las clases más necesitadas y desfavorecidas de la sociedad. Más tarde nos urgía: “todos, hemos de ponernos en contacto con las personas que sufren, con los enfermos, con los pobres […], con los que están solos, abandonados”. Por eso, en  muchos países (entre ellos, Guatemala, Perú, República Democrática del Congo, Brasil, Costa Marfil, Filipinas, Nigeria, Perú, México, Guatemala, Uruguay, El Salvador, Kenia, Honduras, Bronx, Nueva York y Colombia), impulsó iniciativas de tipo social: centros para la atención de personas que viven en soledad; centros de formación profesional; escuelas familiares agrarias; centros médicos para el diagnóstico de la malaria y otras enfermedades; hospitales para la atención de sectores menos favorecidos, etc. Sí, se puede afirmar con seguridad, que los santos además de hablar de Dios, dan de comer a los hombres.

Y para terminar, señalar que durante sus años de Prelado se inició la labor de la Obra en más de veinte países. No es un tinte de gloria, es el resultado de su empeño por hacer efectiva la palabra que Dios puso en manos del Fundador, para allanar a todos el camino a la santidad en la vida ordinaria. 

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